El rebote inesperado en los rindes de soja y un contexto favorable para el trigo impulsan una ola de optimismo en el agro. La producción de la oleaginosa treparía a 48,5 millones de toneladas, mientras que la siembra triguera podría igualar el récord de 1982/83.
Con el 66% del área de soja ya cosechada, la campaña muestra una recuperación impensada apenas unos meses atrás. El informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) reveló un ajuste positivo en la estimación de producción, que ahora asciende a 48,5 millones de toneladas.
Los rindes mejoraron notablemente en todas las provincias pampeanas, descolocando incluso a los técnicos y productores. Según la BCR, “la soja levantó un partido imposible”, gracias al manejo profesional y sostenido de los lotes, incluso en condiciones adversas.
La oleaginosa de segunda fue protagonista de esta remontada. En zonas como el norte bonaerense, lotes que se daban por perdidos hoy rinden no menos de 20 quintales por hectárea, superando en muchos casos las expectativas iniciales.
En Entre Ríos, los informes del SIBER confirman que la soja de segunda igualó el rinde promedio de la de primera, alcanzando los 27,5 qq/ha. La región núcleo también reporta resultados por encima de los proyectados a principios de año.
Este repunte fue posible gracias a un cambio en el patrón climático, que permitió el ingreso de humedad desde el Atlántico. Santa Fe encabeza la recuperación, con un promedio provincial de 35,4 qq/ha, 2,8 quintales más que el mes pasado.
Los técnicos destacan que el profesionalismo del productor fue clave: se siguieron realizando aplicaciones, control de plagas y malezas, e incluso se apostó a promotores de crecimiento, pese al estrés hídrico inicial.
Las decisiones estratégicas, como la elección precisa de lotes y fechas de siembra, también contribuyeron a este desenlace favorable. Incluso con lluvias tardías, muchas sojas lograron completar su ciclo productivo con éxito.
EL TRIGO QUIERE VOLVER A HACER HISTORIA
Mientras la soja termina de confirmarse como la sorpresa de la campaña, el trigo comienza a perfilarse para un ciclo 2024/25 de alto impacto. Según la BCR, la superficie sembrada alcanzaría los 7,2 millones de hectáreas.

Este valor se acerca al récord histórico de 7,4 millones logrado en la campaña 1982/83, y superaría ampliamente las 6,9 millones de hectáreas de la última gran siembra en 2021. Sería la mayor superficie de las últimas tres décadas.
El escenario hídrico también acompaña: se espera un patrón de lluvias normales o superiores a la media hasta noviembre, lo que genera buenas perspectivas para el desarrollo del cultivo desde la siembra hasta el llenado de grano.
Además, los precios actuales de la urea, insumo clave para el cereal, son atractivos para el productor. Sin embargo, los márgenes siguen siendo ajustados y requieren un alto nivel tecnológico para ser rentables, especialmente en campos alquilados.
Aún con la cosecha de verano en marcha, las encuestas indican que los productores harán un esfuerzo adicional para sembrar trigo. El buen contexto hídrico, sumado al deseo de rotar cultivos y generar ingresos anticipados, son incentivos clave.
En tanto, el trigo 2023/24 cerró con 20,1 millones de toneladas, gracias a un rinde promedio nacional de 30,4 qq/ha. La BCR ajustó al alza su estimación tras nuevos relevamientos satelitales en la región núcleo.
MAÍZ: SIGUE EN CARRERA, PERO SIN SORPRESAS
En cuanto al maíz, se ha cosechado hasta el momento el 38% del área, lo que representa un adelanto de cinco puntos respecto del año pasado. Sin embargo, no hay mejoras en las proyecciones respecto de abril.
Las siembras tempranas siguen mostrando rindes por debajo de la media zonal. No obstante, se espera que los maíces tardíos, aún por trillar, puedan ofrecer resultados más favorables en algunas regiones.

La producción nacional de maíz se mantiene en 48,5 millones de toneladas, con un rinde promedio estimado de 69,2 qq/ha. El área sembrada totaliza 8,3 millones de hectáreas, de las cuales 1,3 millones no ingresarían al circuito comercial.
Si bien el protagonismo del maíz este año queda opacado por la performance de la soja y el impulso del trigo, el cereal sigue siendo un componente clave del esquema productivo argentino.
El campo argentino, nuevamente, demuestra su capacidad de resiliencia y adaptación. En un año que comenzó con incertidumbre, la campaña agrícola da señales de fortaleza que podrían motorizar la economía del interior.
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