Las exportaciones agroindustriales viven un mes de alta intensidad. Empujados por la cuenta regresiva hacia el fin del régimen de retenciones reducidas, los productores se volcaron con fuerza a vender soja y maíz, generando un volumen diario que ronda las 500.000 toneladas de oleaginosa.

Este fenómeno proyecta un ingreso de hasta US$3500 millones en junio, cifra que se convertiría en la segunda más alta en la historia para este mes, apenas por debajo del récord de US$3815 millones alcanzado en junio de 2022.

La presión comercial, especialmente sobre la soja, responde a un doble incentivo: la necesidad de cubrir vencimientos financieros y la posibilidad de que las retenciones regresen al 33% desde el 26,5% actual a partir del 1° de julio.

“El productor necesita liquidez urgente, pero también busca congelar un DEX más bajo antes de que suba. Por eso se están anticipando operaciones, en su mayoría concentradas en soja”, explicó Dante Romano, del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral.

La Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) confirmaron que en mayo ya se había visto un incremento del 17% respecto al mismo mes del año pasado. Y en el acumulado de 2025, la liquidación de divisas ya creció un 29% interanual, con US$11.713 millones.

Lorena D’Angelo, analista de AZ Group, confirmó que las DJVE se están presentando con mayor frecuencia, y que los exportadores buscan asegurar un régimen de retenciones más favorable antes del 30 de junio. “El maíz también está teniendo movimiento por parte del exportador, que paga sobre paridad para originar grano”, indicó.

A esto se suma un factor clave: muchas fijaciones de operaciones previas vencen durante este mes, lo que empuja aún más la comercialización en un contexto en el que los precios internacionales no terminan de repuntar.

Tensión por el 30 de junio

Según las estimaciones de Romano, si en junio se comercializaran cinco millones de toneladas de soja y tres de maíz entre julio y agosto, el ingreso total por ambos cultivos podría rozar los US$4700 millones. Sin embargo, advirtió que las empresas tienen límites financieros y operativos que podrían frenar la aceleración hacia el tercer trimestre.

“Las multinacionales no pueden comprar sin tope. Deben usar títulos públicos para inmovilizar divisas y tienen límites de riesgo”, detalló el especialista. En consecuencia, se espera que las DJVE cubran julio y parcialmente agosto, pero no más allá.

El exsubsecretario de Mercados Agropecuarios, Javier Preciado Patiño, también confirmó la fuerte suba en las ventas primarias de soja, aunque fue más cauto al proyectar el impacto: calculó exportaciones por US$2800 a US$3000 millones para junio.

“No toda anotación implica un ingreso inmediato de dólares al MULC. Eso depende del ritmo de necesidad de divisas del exportador y del calendario de compras”, aclaró. Según él, la amenaza de una suba de siete puntos en retenciones representa una pérdida de $40.000 por tonelada, lo que intensifica el adelanto de ventas.

En el plano internacional, mientras las exportaciones de aceite de soja se mantienen firmes, las de harina siguen por debajo de la campaña 2023/24. En tanto, las ventas externas de maíz mantienen su ritmo histórico con una proyección de 36 a 38 millones de toneladas para la campaña.

El foco ahora está puesto en lo que decida el Gobierno. Aunque reina la incertidumbre, en el sector se especula con una posible prórroga del esquema actual. “Todavía tengo esperanza de que no vuelvan al 33%”, dijo D’Angelo. Y Preciado Patiño fue más político: “Podría anunciarse en la Rural, para evitar malestar y sostener el ingreso de divisas”.

Mientras tanto, los productores no esperan. El cronómetro avanza, y con él, el mercado se acelera. Si las proyecciones se cumplen, junio cerrará como otro mes dorado para el ingreso de dólares del agro argentino.