Una empresa de Santa Fe importó una cosechadora desde Estados Unidos tras la flexibilización del régimen de bienes usados. El ministro Federico Sturzenegger destacó el impacto inmediato de la medida.
La primera maquinaria agrícola usada fue importada a la Argentina luego de la eliminación del Certificado de Importación de Bienes Usados (CIBU), una medida celebrada por el ministro Federico Sturzenegger. La operación fue realizada por una pyme familiar de Armstrong, Santa Fe, que logró ingresar una cosechadora proveniente de Estados Unidos.
La empresa en cuestión es Distribuidora Italia, dedicada desde hace más de una década a fabricar repuestos para sembradoras y reacondicionar equipos usados. Su experiencia previa en Uruguay les permitió adquirir conocimientos clave sobre el comercio exterior y la logística de maquinaria usada.
“Hicimos los trámites y obtuvimos los CIBU famosos antes de que se derogaran, por eso fuimos los primeros en concretar esta operación”, explicó Franco Bosso, uno de los responsables de la firma. Además de la sede en Armstrong, tienen una boca de expendio en Salta y otra en Uruguay.
Más máquinas en camino, pero con advertencias
Según Bosso, ya están en camino más equipos usados, entre ellos pulverizadoras, tractores y sembradoras. Sin embargo, aclaró que no se trata simplemente de importar por importar: “Hay que conocer lo que se trae, porque muchas veces los problemas aparecen en el servicio postventa y en la provisión de repuestos”.
El empresario señaló que en países como Paraguay o Bolivia, donde no hay aranceles, ingresan maquinarias de baja calidad a precios tentadores pero sin respaldo técnico. En cambio, ellos se enfocan en traer equipos que pueden reacondicionar y garantizar con repuestos originales.
También remarcó la importancia de la limpieza previa de las unidades antes del embarque. Un equipo contaminado puede provocar demoras en puerto, desinfección obligatoria y elevados costos adicionales. “Además, hay riesgo fitosanitario por semillas o malezas resistentes que podrían ingresar al país”, advirtió.
Otro aspecto clave es el control técnico. En el caso de las unidades autopropulsadas, el estado del motor, sistema hidráulico y componentes electrónicos debe ser óptimo para evitar fallas graves. “En sembradoras podemos hacer un reacondicionado total, incluso cambiando la electrónica”, explicó Bosso.
Entre la industria nacional y la presión fiscal
Pese al nuevo marco normativo, Bosso no desconoce la capacidad de la industria argentina. “Soy defensor de la industria nacional. Se desarrollaron productos adaptados al productor local, algo que lo importado no logra. Pero nos juega en contra la enorme presión impositiva”, dijo.
Según detalló, al sumar aranceles, impuestos, flete y despacho, una máquina puede terminar costando entre 60% y 70% más que su precio original en el exterior. “Los números no son tan brillantes como la gente piensa”, aseguró.
En cuanto a la política arancelaria, Bosso se mostró a favor de mantener una barrera de entre 25% y 35% según el tipo de maquinaria. Esto, dijo, protege a la industria nacional, pero si no se alivian los impuestos internos, la competitividad seguirá en riesgo.
Sturzenegger, por su parte, celebró la operación desde sus redes sociales: “Algunas reformas tardan en materializarse, otras muestran su beneficio de manera inmediata. La eliminación del sistema que prohibía la importación de bienes de capital usados ya está dando sus frutos”.
Mientras tanto, en Armstrong, la empresa santafesina ya se prepara para recibir más unidades. El cambio de reglas trajo nuevas oportunidades, pero también obliga a repensar modelos de negocio y a mantener altos estándares de responsabilidad técnica y comercial.
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