La harina de soja argentina se vende al menor precio en quince años por el exceso de oferta global. Aun así, sigue siendo clave en el comercio exterior del país.
El precio de la harina de soja, principal producto de exportación de la Argentina, cayó a su nivel más bajo en los últimos quince años. La situación se da en un contexto global donde aumenta la oferta del producto, especialmente por el crecimiento de la industria del biodiésel en Estados Unidos.
Mientras que el valor del aceite de soja repuntó gracias a las nuevas políticas de promoción del biodiésel aprobadas en EE.UU., la harina, que es un subproducto inevitable del proceso de molienda, registró una fuerte presión bajista. Esta dinámica impacta de lleno en el complejo sojero argentino.
El motivo es claro: al incrementarse la producción de aceite para biodiésel en Estados Unidos, también crece la cantidad de harina de soja disponible. Se estima que por cada tonelada de aceite se generan cuatro toneladas de harina, en su mayoría destinadas al mercado internacional, lo que incrementa la competencia global.
Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la cotización internacional de la harina de soja busca un piso en el CME Group (Chicago), presionada por la sobreoferta del producto. Esta situación benefició a los compradores, que encontraron en el producto argentino una oportunidad comercial.
El precio FOB de la harina de soja argentina alcanzó los 281 dólares por tonelada a fines de junio, el nivel más bajo en valores nominales desde al menos 2009. La demanda global reaccionó rápidamente: incluso China, que tradicionalmente no compra harina, adquirió un buque argentino y otro uruguayo, un hecho sin precedentes.

Un “ofertón” que sostiene la demanda
Pese a los precios deprimidos, la harina de soja continúa siendo un pilar de las exportaciones argentinas: en 2024 representó el 13,4% del total, mientras que el complejo sojero completo concentró el 27,6% de las ventas externas. Se trata, sin dudas, del motor comercial del agro argentino.
El informe de la BCR advierte, sin embargo, que si se ajustan los valores por inflación internacional, el panorama es más preocupante. En 2025 se proyectan exportaciones netas por 16.322 millones de dólares del complejo soja, una cifra que sería la tercera más baja en al menos quince años.
Además, este monto es prácticamente la mitad del alcanzado en 2011, si se comparan en dólares constantes. Es decir, la mejora en volumen exportado no logra compensar la pérdida de valor que implica el derrumbe de los precios.
A nivel de productos, las proyecciones para 2025 estiman exportaciones por 9044 millones de dólares de harina de soja, 6255 millones de aceite y 3160 millones de poroto, además de 465 millones de biodiésel. Aunque el país sigue siendo un jugador relevante, la presión del mercado global impone nuevos desafíos.
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