El mercado de la invernada vive un momento excepcional: los precios de los terneros están en niveles récord justo en plena zafra, un comportamiento totalmente atípico. Lo que históricamente era una época de caída de valores, este año se transforma en una etapa de crecimiento sostenido, impulsado por una fuerte demanda y condiciones climáticas favorables.

El dato más destacado lo aporta el Rosgan: el precio del ternero superó los $3.600 por kilo vivo en abril y trepó hasta los $3.709 en junio, un aumento del 15% en apenas tres meses. Se trata de un fenómeno que solo se repitió en dos ocasiones en los últimos quince años.

A diferencia de lo habitual, donde el aumento de la oferta entre marzo y junio presiona los precios a la baja, este 2025 muestra un escenario distinto. La abundancia de pasto y la decisión estratégica de muchos productores de potenciar la recría a campo están dinamizando la actividad.

El factor clave detrás de este cambio es la demanda. No es la escasez lo que empuja los valores, sino el interés sostenido de los invernadores, lo que permite pensar en un crecimiento más firme y estructural para el sector ganadero.

Este contexto recuerda al año 2020, cuando también se observó una suba en plena zafra impulsada por la búsqueda de reserva de valor. Sin embargo, este año el empuje no es financiero, sino productivo: hay más confianza, más comida y más intención de invertir en la ganadería.

Según el Rosgan, este tipo de subas, originadas en una demanda genuina y no en restricciones de oferta, configuran un panorama alentador. “Permiten proyectar un escenario mucho más sólido y consistente para el sector”, destacan desde el mercado ganadero.

Con estos precios en alza, los productores se encuentran frente a una oportunidad estratégica para consolidar sus sistemas productivos y sostener la mejora del negocio ganadero a mediano plazo. La invernada, hoy, es sinónimo de confianza y expansión.