La soja, entre el estancamiento y el potencial: reclamos por menor presión impositiva

La soja, entre el estancamiento y el potencial: reclamos por menor presión impositiva

La cadena sojera advierte sobre el estancamiento productivo y reclama previsibilidad, menor carga impositiva y mayor adopción tecnológica para aprovechar su potencial.

La soja sigue siendo un cultivo estratégico para la Argentina, pero arrastra años de estancamiento que limitan su desarrollo. El reciente Seminario Acsoja 2025, realizado bajo el lema “cuando la soja tiene la palabra”, dejó en claro que el sector necesita reglas claras y políticas de largo plazo para desplegar su potencial y contribuir con mayor fuerza a la economía nacional.

El encuentro coincidió con la emisión del decreto 682/25, que llevó los Derechos de Exportación (DEX) de granos y subproductos a cero, aunque por un lapso corto. La medida sorprendió al sector, que la consideró positiva pero insuficiente, ya que una vez finalizada se volvió a la alícuota anterior, generando decepción y falta de previsibilidad para los productores y la cadena comercial.

La soja completó la campaña 2024/25 con una producción de 50 millones de toneladas. Pese a ese volumen, el área sembrada se encuentra en retroceso y las proyecciones para la nueva campaña anticipan una caída en la superficie, que será ocupada por otros cultivos. La falta de incentivos de largo plazo y la alta carga impositiva son los principales factores que explican este freno.

Durante 2024, el complejo sojero mantuvo su lugar como principal sector exportador del país, con un aporte de 19.624 millones de dólares, equivalente al 24,6% de las exportaciones totales, casi el doble del segundo complejo en importancia, el petrolero-petroquímico. La mayor parte de esos envíos correspondió a harina y pellets de soja (53,8%), seguido por aceite (32,2%), grano (10,3%) y biodiésel (2%).

Aun con este aporte fundamental de divisas, la cadena reconoce que atraviesa un “larguísimo estancamiento agrícola”, donde las decisiones de siembra se asemejan a un “cambio de figuritas” entre cultivos, sin un crecimiento real del área agrícola total. El riesgo, advierten, es perder oportunidades en un contexto internacional cada vez más competitivo.

Curva y productividad

Para los especialistas, el crecimiento horizontal de la producción debe estar acompañado de un salto en productividad. Eso implica cerrar brechas tecnológicas, ya que muchas innovaciones están disponibles localmente pero no se aplican por la falta de previsibilidad y los altos costos. Una agricultura ofensiva, más eficiente y sustentable, permitiría aumentar los márgenes y la resiliencia frente a la variabilidad climática.

El problema estructural más acuciante sigue siendo la carga impositiva, con retenciones que por años penalizaron especialmente a la soja, triplicando las de otros cultivos. A esto se suman déficits en infraestructura, logística, transporte y caminos rurales, además de un parque de maquinaria agrícola envejecido. Todo ello reduce competitividad y desalienta nuevas inversiones en la agroindustria.

En el plano internacional, la Argentina mantiene el liderazgo en exportaciones de harina y aceite de soja, pero enfrenta un escenario más complejo por la mayor competencia de Estados Unidos y Brasil. La política de biocombustibles en esos países incrementa la demanda de crushing interno y les otorga ventaja en el mercado de harinas, lo que obliga a repensar estrategias, como impulsar el consumo doméstico para la producción de carnes.

En cuanto a los aceites, la demanda global sigue firme y coloca a la Argentina en una posición favorable. Sin embargo, el desafío es no quedar relegada en el negocio del grano, donde la tendencia internacional es a valorizar más la agroindustria y menos la exportación primaria.

Finalmente, desde el sector se destacó que las medidas macroeconómicas adoptadas recientemente —como la desregulación del comercio de granos, la eliminación de fideicomisos y de restricciones a exportaciones— fueron pasos en la dirección correcta. No obstante, insisten en que la clave para que la soja vuelva a despegar es reducir gradualmente los DEX y generar un marco estable que fomente el agregado de valor y la inversión productiva.

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