Hay que decirlo sin vueltas, aunque incomode: el agro argentino padece una patología organizacional severa. La hemos bautizado «esquizofrenia productiva». Por Lic. Leonardo Maldonado Saluzzi.
La «Esquizofrenia Productiva» y el Enemigo Interno
Miren si no es una locura: somos capaces de medir el índice de verdor de un cultivo con satélites, aplicamos nitrógeno variable centímetro a centímetro y manejamos tractores que se manejan solos. Tenemos una tecnología operativa (OT) de la NASA. Pero nos bajamos de esa nave espacial y entramos a una oficina administrativa que parece detenida en el 2005. Gestionamos empresas que mueven millones de dólares con una libreta de almacenero, un cuaderno manchado en la guantera de la Hilux o, con suerte, un Excel aislado que nadie actualiza hasta que el contador llama a los gritos pidiendo las facturas.
Esta desconexión brutal entre la altísima tecnología de insumos y la precariedad de la gestión no es folclore, es un suicidio financiero en cuotas. Durante décadas, el productor argentino sobrevivió gracias a un «olfato» prodigioso, márgenes altos e inflacion africana y a una capacidad de resiliencia a prueba de balas. Pero esa era se terminó. En un mercado donde los márgenes se afinan, la inflación baja y las tasas de intereses son casi usurarias, la intuición ya no alcanza.
El problema real no son las retenciones, ni el clima, ni Chicago. Esos son problemas, sí, pero son externos. El verdadero obstáculo es el «Enemigo Interno». Es esa cultura organizacional familiar que confunde la propiedad de la tierra con la capacidad de gestionarla, y que se resiste a soltar el control manual para someterse a la disciplina del dato. Necesitamos un nuevo Frederick Taylor —aquel padre de la eficiencia industrial— pero uno nuestro, que entienda los tiempos biológicos, que tenga los pies en la tierra y barro en las botas.
No lo Decimos nosotros, lo Dicen Ellos: La Validación de la Demanda
Ahora bien, esto no es una opinión de café. Es una realidad validada empíricamente. Cuando salimos a preguntar qué le duele al sector en la «Encuesta Agro 2025 UTN», los resultados fueron un cachetazo al mito del productor especulador.
Históricamente se creía que el productor se levantaba y se acostaba pensando en el precio de la soja. Que su problema era «vender mejor». Falso. Los datos muestran un giro copernicano en la cabeza del chacarero. Al obligarlos a elegir una única prioridad estratégica, el resultado fue contundente:
• Comercialización y Logística: 1.03%. (Sí, leíste bien, casi irrelevante en la prioridad mental).
• Rendimiento y Gestión: Suman el 61.86% de la prioridad.
¿Qué nos están diciendo? Que el productor ya asumió que no puede controlar el mercado. Entendió que no puede mover la aguja de Chicago. Entonces, ¿qué hace? Se vuelca obsesivamente hacia lo único que sí puede controlar: lo que pasa tranquera adentro. Eficiencia pura.
Aquí aparece una disonancia fascinante entre el dueño del campo y su asesor técnico. El productor (el dueño) mira el Rendimiento (40%), quiere ver el resultado final, la plata en el bolsillo. El asesor, que es el que está en la trinchera, valora mucho más la Tecnología y los Recursos Humanos. ¿Por qué? Porque es el asesor el que sufre la fricción diaria de no tener datos, de lidiar con gente que no sabe usar los monitores, de perder horas pasando datos de un pendrive a una planilla.
La demanda está validada: el sector pide a gritos herramientas de gestión y eficiencia. No estamos inventando un problema para vender una solución. El dolor es real.
La Brecha Digital: Un Agujero en el Bolsillo
Hablemos de plata, que es el idioma universal. Esa «esquizofrenia» de la que hablábamos al principio tiene un costo. La falta de conexión entre el campo (High Tech) y la oficina (Low Tech) genera una «brecha digital» que nos está costando carísimo.
¿De cuánto hablamos? La evidencia, cruzando datos de Purdue Extension con validaciones locales, indica que la ineficiencia administrativa se come entre 10 y 35 dólares por hectárea al año por cultivo.
Puede parecer poco si uno mira el número rápido. Pero hagamos la cuenta fina. En nuestra zona núcleo, un dueño de campo puede tener un margen bruto de 160 USD/ha en trigo según zona. Perder 30 dólares le duele, pero no lo mata . Pero el drama es para el arrendatario, ese que alquila el campo y corre con todo el riesgo. Para él, que quizás proyecta un margen de 144 USD/ha después de pagar el alquiler, esos 30 dólares de ineficiencia representan el 21% de su ganancia neta. Y todavia no contabilizamos la rentabilidad que se llevo el banco.
Perder esa plata no es «un costo más». Es la diferencia entre cambiar la camioneta o fundirse. Esos dólares se pierden en decisiones hechas a olfato o peor, sin planificación: compras de insumos a último momento y a precio caro por no tener stock al día, intereses por girar en descubierto porque nadie vio el flujo de fondos de la semana, o insumos que se «pierden» en el camino porque no hay trazabilidad.
La Gestión de Precisión (GPA) no viene a prometer rindes mágicos. Viene a tapar ese agujero en el bolsillo. Viene a recuperar esos 30 dólares que hoy se nos caen por el agujero de la desorganización.
Qué es (y qué no es) la GPA: Ordenando el Caos
Aclaremos los tantos. Cuando hablamos de Gestión de Precisión Agro (GPA), no estamos hablando de comprar otro software más para que junte polvo digital. Tampoco es lo mismo que la Agricultura de Precisión (AP).
La AP se ocupa del metro cuadrado: semilla, fertilizante, rinde. Su objetivo es agronómico. La GPA se ocupa del negocio: margen, rentabilidad, flujo de caja. Su objetivo es empresarial.
La GPA es el puente. Es la arquitectura que conecta tres mundos que hoy se ignoran:
• La Tecnología Operativa (OT): Lo que pasa en el lote (el tractor, el sensor).
• La Tecnología de la Información (IT): Lo que pasa en la oficina (el ERP, la factura, el banco).
• La Tecnología de Confianza (Trust Tech): Blockchain, para que lo que decimos sea creíble afuera.
El sueño de la GPA es la «Visibilidad Total». Es que el consumo de gasoil que marca el tractor impacte automáticamente en el costo del lote en tu sistema de gestión, sin que nadie tenga que tipear nada (y equivocarse en el proceso). Es dejar de manejar la empresa mirando por el espejo retrovisor (el balance del año pasado) y empezar a manejar mirando el parabrisas (el margen en tiempo real).
Infraestructura: Se Acabaron las Excusas
«Es que en el campo no tengo señal». Esa fue la excusa perfecta durante años para seguir con el cuaderno. Bueno, tengo malas noticias para los amantes de la lapicera: esa excusa caducó.
La llegada de internet satelital de baja órbita (tipo Starlink) cambió el tablero. Ya no es ciencia ficción tener 100 megas en el medio del lote. Hoy es técnicamente posible que la cosechadora transmita datos en vivo a la nube.
El problema ya no es de «fierros» ni de antenas. El problema es de interoperabilidad. Tenemos un ecosistema de aplicaciones que parecen una Torre de Babel: la app del clima no se habla con la del monitor de rinde, y ninguna de las dos se habla con el sistema contable. El desafío de la GPA es hacer de traductor universal, romper esos silos de datos y lograr que fluya la información. Iniciativas hay y muestran que el mercado va para allá, pero falta mucho.
El Actor del Cambio: Los «Rural Citizens»
¿Quién va a hacer esta revolución? No va a ser el productor tradicional que ve el campo como un mandato de sacrificio y sufrimiento. Ese modelo, con todo el respeto que merece su historia, tiene fecha de vencimiento.
El sujeto histórico de este cambio son los «Rural Citizens». Son esos pibes y pibas sub-35, hijos de productores, que se fueron a estudiar a la ciudad (muchos a nuestra UTN) y volvieron. Pero volvieron distintos.
Tienen una hibridez cultural única: tienen «barro» (entienden los códigos del campo, aman la tierra) pero tienen «Wifi» en la cabeza. No conciben trabajar sin datos. Para ellos, el campo no es un sacerdocio, es una empresa profesional que tiene que ser eficiente y rentable.
Ellos son los que no toleran la ineficiencia del papel. Son los que presionan al padre para poner un sistema de gestión. Y son los que tienen la conciencia ambiental nativa: no cuidan el suelo porque se los pida una ley europea, lo cuidan porque entienden que la sostenibilidad es el único negocio posible a largo plazo. Ellos son el motor de la GPA.
Validación Empírica: El Caso «En Transición»
Para que no digan que esto es teoría universitaria, les cuento el caso real de una Pyme familiar de 400 hectáreas de nuestra zona. Le pusimos «Caso En Transición».
Era el arquetipo del problema: maquinaria de punta en el lote, pero en la oficina, papeles y cuadernos dispersos. Los dueños vivían apagando incendios, sin saber si ganaban o perdían plata hasta el final de la campaña.
¿Qué hicimos? No les vendimos un sistema de la NASA. Pusimos a un «Rural Citizen» (un estudiante avanzado de Administración Rural) a ordenar los números.
• Migramos del papel a planillas de cálculo interconectadas (el paso previo indispensable a cualquier software).
• Definimos quién paga, quién cobra y quién habla con el banco.
• Empezamos a sacar reportes.
Resultados en 4 semanas: Aparecieron «pasivos ocultos». Deudas que estaban en el radar pero estaban anotadas en un papelito perdido. Al verlas, se pudo armar un plan financiero para cubrirlas. Se ordenó el flujo de fondos. La familia pasó de verse como «productores que siembran» a «empresarios que gestionan». Se descomprimió la tensión familiar porque las cuentas estaban claras.
El retorno de la inversión fue inmediato. Solo con evitar los descubiertos bancarios y ordenar las compras, la intervención se pagó sola.
Conclusión: Cruzar el Puente
La conclusión es unívoca. La Gestión de Precisión no es una moda, es un imperativo de supervivencia. Tenemos la demanda validada (60% del sector pide gestión). Tenemos el costo de no hacer nada medido. Tenemos la tecnología disponible. Y tenemos a la gente (los Rural Citizens) lista para implementarla.
El campo argentino tiene todo para ser líder global, no solo en producción física, sino en inteligencia de gestión. Pero para eso hay que animarse a enfrentar al enemigo interno, soltar la libreta de almacenero y empezar a gestionar con la verdad de los datos. Es hora de cruzar el puente.
Por Lic. Leonardo Maldonado Saluzzi – Grupo de I+D GyBO, UTN Reg. San Francisco
fuente:todoagro
















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