Un informe de la consultora EY basado en la visión de más de 50 referentes del agro plantea que el sector podría generar un salto histórico en exportaciones, empleo y PBI. Pero advierten que sin consensos ni transformación digital, será difícil salir del estancamiento.
La cadena agroindustrial argentina podría aumentar un 74% sus exportaciones, mejorar el saldo comercial en US$35.000 millones e incrementar el PBI en un 10%, si el país avanza en una agenda estratégica enfocada en competitividad, tecnología y cooperación. Así lo reveló un informe de la consultora EY, que relevó las opiniones de más de 50 referentes del sector durante el primer trimestre del año.
El documento plantea que ese salto de productividad solo será posible si se revierte un contexto de estancamiento que lleva más de una década. La clave, según los líderes consultados, está en coordinar acciones colectivas y resolver los cuellos de botella que impiden al campo desplegar todo su potencial.
“El agro argentino tiene una oportunidad histórica si logra alinearse en una estrategia común”, indicó Matías de San Pablo, socio de Estrategia de EY en el país. A su juicio, no alcanza con mejoras individuales: el futuro del sector dependerá de iniciativas compartidas y esfuerzos coordinados.
Cuatro pilares para el desarrollo
El informe identifica cuatro factores críticos para lograr este crecimiento: políticas microeconómicas inteligentes, infraestructura logística y tecnológica competitiva, adopción de biotecnología y transformación digital, y una agenda colectiva de acción para mejorar la articulación entre actores.
En términos de políticas, se mencionan incentivos para la inversión y un marco regulatorio estable que permita planificar a largo plazo. En cuanto a infraestructura, se apunta a reducir costos logísticos, clave en un país con enormes distancias y limitada conectividad.
También se propone potenciar la innovación en genética, riego y uso eficiente de insumos para mejorar los rindes sin aumentar el impacto ambiental. Y, quizás el punto más complejo, construir una cultura de cooperación que supere los fallos de coordinación tanto dentro del sector como en su relación con el Estado y proveedores clave.
Una economía con base rural
Hoy el agro representa el 17% del PBI argentino, genera más del 50% de las exportaciones y explica el 19% del empleo formal. A pesar de ese peso, la producción real del sector no crece desde 2010 y las exportaciones de productos elaborados cayeron un 48% en la última década.
La comparación con Brasil es elocuente: en las últimas dos décadas, el vecino país triplicó su crecimiento exportador respecto de Argentina. Mientras tanto, la participación nacional en el comercio mundial agroindustrial se mantiene estancada desde 2002.
Entre las causas de este freno se destacan las políticas impositivas regresivas, los costos macroeconómicos elevados y la falta de previsibilidad. Pero el informe suma una variable clave: la escasa coordinación interna entre los actores de la cadena.
El documento advierte que estos fallos no se limitan al vínculo con el Estado. También ocurren dentro del sector privado, donde muchas veces se compite en lugar de cooperar. Resolver estas falencias permitiría escalar la productividad y agregar valor a los productos exportables.
Frente a este escenario, el informe propone trabajar sobre tres ejes centrales: una agenda estratégica de competitividad, transformación digital de las empresas y construcción de una cultura de cooperación multisectorial.
“El país tiene un potencial mucho mayor si logramos entender nuestras debilidades estructurales y actuar en conjunto para superarlas”, concluyó Matías de San Pablo. El desafío está planteado: crecer es posible, pero no será fruto del azar.
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