La producción 2024/25 se perfilaba como la segunda más alta de la historia, pero las intensas lluvias en la zona núcleo afectaron a más de un millón de hectáreas aún no cosechadas. Las Bolsas de Cereales advierten sobre pérdidas potenciales de rendimiento y calidad.
La producción agrícola argentina 2024/25 había generado grandes expectativas. Con 135,7 millones de toneladas proyectadas, se encaminaba a ser la segunda campaña más productiva de la historia del país. Sin embargo, un fenómeno climático de gran intensidad amenaza con empañar ese pronóstico.
Las intensas lluvias ocurridas a partir del pasado viernes en el centro y norte de Buenos Aires causaron serias inundaciones en zonas claves de la región núcleo. Localidades como Chacabuco, Junín y Rojas registraron acumulados superiores a los 200 milímetros, e incluso en algunos casos se superaron los 350 mm, provocando anegamientos que dificultan el avance de la cosecha.
El impacto directo se percibe en los lotes de soja y maíz que aún no fueron recolectados. Las últimas estimaciones indican que hay más de un millón de hectáreas sin cosechar entre ambos cultivos, particularmente en el norte y noreste bonaerense. De esas, 530.000 hectáreas corresponden a soja y unas 120.000 a maíz de segunda ocupación.
El problema no se limita a las precipitaciones recientes. En el oeste bonaerense, las lluvias de marzo ya habían retrasado las labores de cosecha en más de 14 puntos porcentuales respecto al año anterior. La nueva acumulación hídrica podría traducirse en pérdidas tanto de rendimiento como de calidad de grano.
La región núcleo, bajo observación constante
La Bolsa de Comercio de Rosario confirmó que más de dos tercios de la soja seguían sin cosecharse en las zonas más afectadas. “La duración del agua es crítica para ver el daño”, advirtió Cristian Russo, de la Guía Estratégica para el Agro, subrayando la incertidumbre que genera la imposibilidad de reingresar a los lotes.
Además de las lluvias, se registraron ráfagas de viento intensas en municipios como Hipólito Yrigoyen, donde se reportaron daños en infraestructuras rurales. Las condiciones climáticas no parecen dar tregua: se esperan más precipitaciones en los próximos días, lo que dificultará el secado de los cultivos.
La Oficina de Riesgo Agropecuario también alertó sobre la situación. En su último informe, remarcó que los excesos hídricos afectan gran parte del territorio bonaerense, no solo por las lluvias recientes sino también por la saturación previa de los suelos y el desborde de arroyos que arrastraron agua desde otras regiones.

El impacto productivo, aún sin dimensionar
Hasta el momento, las estimaciones de producción se mantenían altas: 48,5 millones de toneladas tanto para soja como para maíz. Sin embargo, ante el riesgo de brotado y podredumbre de granos por humedad excesiva, esas cifras están bajo revisión.
El trigo, que ya fue cosechado en su mayoría, fue uno de los cultivos más beneficiados esta campaña, con un incremento interanual del 39%. También el girasol mostró una suba del 24,8% en producción. Pero los dos cultivos clave en volumen –soja y maíz– concentran ahora la atención por el posible recorte de sus rendimientos.
La superficie sembrada total en el país alcanzó los 42,5 millones de hectáreas. De confirmarse la proyección inicial, esta campaña se ubicaría como la segunda de mayor producción en la historia argentina, solo detrás de la 2018/19.
No obstante, los técnicos y productores saben que el potencial de una campaña puede cambiar en pocos días. Y las lluvias de los últimos, con su carga de incertidumbre y daños, son prueba de ello.
Será fundamental esperar la próxima publicación del Panorama Agrícola Semanal de la Bolsa de Buenos Aires para conocer un nuevo diagnóstico. Hasta entonces, el agro argentino atraviesa días de preocupación y vigilancia constante.
Porque lo que hasta hace una semana era motivo de celebración, hoy pende del clima. Una vez más, el campo queda expuesto a los vaivenes de la naturaleza, con el riesgo de ver frustrado un récord que parecía asegurado.
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