Pese a una campaña histórica en volumen, los productores enfrentan una fuerte caída en la rentabilidad. La baja internacional de precios y el aumento de costos generan números en rojo, especialmente en Entre Ríos, la segunda provincia con mayor superficie cultivada.
La campaña arrocera 2024/25 cerró con cifras récord en Argentina, impulsada por un crecimiento del 14% en la superficie implantada respecto del ciclo anterior. Con 231.650 hectáreas sembradas a nivel nacional, Corrientes encabezó el ranking con 110.000 hectáreas, seguida de Entre Ríos con 66.900 y Santa Fe con 33.400. Sin embargo, el clima de euforia duró poco: los precios internacionales cayeron y la rentabilidad se esfumó.
En Entre Ríos, la Bolsa de Cereales alertó sobre un panorama complejo para los productores. Si bien el rendimiento promedio provincial del tipo largo fino alcanzó las 8,5 toneladas por hectárea —uno de los mejores registros históricos—, los márgenes económicos fueron negativos en la mayoría de los casos.
El Sistema de Información de Bolsa de Cereales de Entre Ríos (SIBER) indicó que el aumento del área sembrada se vio favorecido por una mejora en los precios internacionales a comienzos del ciclo y una mayor disponibilidad de agua en las represas de riego. Pero las buenas expectativas iniciales no resistieron el desplome del mercado global.

Precios en picada, costos en alza
Desde enero de 2024, el precio del arroz cáscara comenzó una caída sostenida, situándose incluso por debajo de los valores de fines de 2023. En el mercado argentino, esa baja se sintió con mayor fuerza, erosionando los ingresos de los productores. Actualmente, el arroz largo fino se comercializa a unos $240.000 por tonelada.
El problema es que producir una tonelada cuesta, en promedio, $235.000 sin contar flete ni secado. Solo el costo de producción por hectárea ronda los 2 millones de pesos, lo que deja márgenes prácticamente nulos o incluso negativos, según el tipo de riego y el sistema de producción utilizado.
Los números son especialmente críticos en campos arrendados. El SIBER estimó pérdidas que van del 4% para riego con represas hasta el 11% cuando se utiliza un pozo con motor a combustión. En casos de campo propio y riego por pozo profundo a combustible, apenas se cubren los costos, con rentabilidades de entre el 1% y el 3%.
Los insumos también jugaron en contra: energía para riego, fertilizantes y herbicidas registraron importantes aumentos. Así, ni siquiera una producción récord alcanza para garantizar rentabilidad. La ecuación se torna insostenible en un mercado sin señales de recuperación en el corto plazo.
Perspectivas inciertas para el arroz argentino
Pese al buen clima, la tecnología aplicada y la experiencia acumulada, la cadena arrocera argentina enfrenta un desafío estructural: cómo mantenerse competitiva ante precios internacionales deprimidos y costos internos crecientes. La situación en Entre Ríos, segunda productora del país, es una muestra de lo que ocurre en otras provincias.
Los productores reclaman medidas de alivio que permitan sostener el cultivo, clave en muchas economías regionales. De no mediar cambios, el próximo ciclo podría mostrar una fuerte retracción en superficie sembrada. Y es que, como señala la Bolsa entrerriana, “el esfuerzo de esta campaña récord no se traduce en beneficios: se cosechó mucho, pero se ganó poco o nada”.
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