El drama de la soja: su precio no para de crecer pero el productor argentino pierde dinero

El drama de la soja: su precio no para de crecer pero el productor argentino pierde dinero

Aunque la soja aumentó su precio FOB en un 86% entre 2002 y 2025, los productores en campos alquilados trabajan a pérdida. Qué pasa en el NEA.

La relación cambiaria que se generó a partir de la devaluación de 2001 representó un fuerte impulso para el sector agropecuario. De esa manera, y pese a un escenario internacional de precios bajos para los granos, fue el puntapié inicial para transformar al agro en uno de los eslabones más competitivos de la economía nacional.

Lo que era un interesante punto de partida se vio frenado de manera parcial por los derechos de exportación cuando el entonces presidente Eduardo Duhalde -tras la salida de la convertibilidad y la devaluación del peso- elevó las retenciones a los granos. De este modo, soja y girasol pasaron a tributar 23,5%, mientras que maíz y trigo subieron a 20%.

La evolución de la soja

En el caso puntual de la soja, un informe elaborado por Roulet estimó que, aunque el precio FOB del poroto aumentó un 86% entre 2002 y 2025, el productor en estos días trabaja con márgenes negativos. Estos números están en rojo, incluso con la rebaja temporal en los derechos de exportación, que se extenderá hasta el próximo 30 de junio.

«A pesar del aumento internacional de los granos, la competitividad de la soja fue decayendo desde 2002 hasta la actualidad por el aumento de la presión impositiva y de los costos productivos», sostuvo Roulet.

Según el ex vicepresidente de CRA, además de este incremento impositivo, las sucesivas intervenciones en los mercados y el mal estado de la infraestructura vial se reflejaron en una fuerte suba de los costos directos e indirectos de producción.

En su trabajo, comparó el margen bruto de un productor que siembra soja en campos alquilados, a una distancia de 300 kilómetros del puerto y con un rinde de 35 qq/ha. Para la comparación, tomó los mismos parámetros en 2002 y 2025. Con un nivel de rindes estable, los números presentados muestran contrastes marcados. A partir de valores FOB de soja de U$S 198 durante la campaña 2001/02 y de U$S 368 en 2024/25, el ingreso bruto por hectárea es de U$S 162,8 y U$S 334,8, respectivamente.

«Podemos observar que mientras la soja aumentó un 86% en dólares desde 2002 hasta la actualidad, el margen bruto del productor en la campaña 2024/25 es negativo, a diferencia de la campaña 2001/02, donde la rentabilidad fue de un 37% del capital invertido», advirtió.

Según este análisis, mientras el margen bruto en estos planteos era de U$S/ha 143,4 en 2002, en la campaña anterior fue negativo en U$S/ha 6,3, casi 1% por debajo de la línea de flotación. Además, señaló que mientras el ingreso bruto del productor en ese período creció un 86% en dólares, las retenciones por hectárea aumentaron un 106%; los costos directos e indirectos, 176% y 139%, respectivamente, y los alquileres, un 180%.

La situación de la soja en el nordeste argentino

En la región nordeste del país, la situación de la soja refleja los mismos desafíos que a nivel nacional, pero con particularidades propias del clima y la infraestructura regional. Las condiciones climáticas adversas, con periodos prolongados de sequía y lluvias irregulares, han afectado la estabilidad de los rindes, generando aún más incertidumbre para los productores.

El acceso a los mercados también es un factor limitante. La lejanía de los puertos y la falta de infraestructura vial adecuada encarecen considerablemente los costos logísticos. Transportar la producción hasta los centros de acopio o las terminales portuarias representa un gasto extra que reduce aún más la rentabilidad del sector.

A esto se suma la dependencia de insumos importados, cuyo precio se ve directamente afectado por la volatilidad cambiaria y la inflación. Fertilizantes, agroquímicos y maquinaria han sufrido incrementos constantes en sus costos, haciendo que la producción de soja en la región sea aún menos competitiva.

Frente a este panorama, los productores del nordeste demandan políticas de apoyo más acordes a la realidad regional, como incentivos fiscales y mejoras en la infraestructura de transporte. Sin embargo, la incertidumbre económica y la falta de previsibilidad en las políticas agrarias siguen siendo un obstáculo para el crecimiento del sector en la región.

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