Este 21 de abril de 2025 será un día que quedará marcado en la historia con la muerte del papa argentino. En sus 12 años de pontificio, los asuntos agrícolas estuvieron en sus discursos.
El 13 de marzo de 2013 será un día que quedará marcado a fuego en la historia argentina. Jorge Bergoglio se convertía en Francisco, el primer papa no europeo, el primer papa argentino. Desde entonces impulsó importantes cambios y la realidad del campo en muchas oportunidades estuvo en su agenda.
Las palabras del Papa Francisco hacia el mundo agrícola revelan una profunda preocupación por el rumbo productivo de la humanidad. En sus mensajes, el pontífice interpela al modelo agroindustrial y propone una visión del trabajo rural como misión humana y trascendente.
La tierra como herencia sagrada
Desde sus primeros discursos, el Papa Francisco ha expresado un vínculo profundo con el campo y sus trabajadores. Para él, la agricultura no es solo una actividad económica: es una vocación con valor espiritual. Inspirado en la tradición social de la Iglesia, Francisco recuerda que la creación fue confiada por Dios al hombre, y que cultivar la tierra significa colaborar con su plan providencial. Este mensaje tiene una dimensión ética y teológica, pero también una urgencia contemporánea.
En un mundo atravesado por la crisis ambiental, el Papa interpela con fuerza: “Dejen de destruir la naturaleza, dejen de intoxicar los pueblos y los alimentos”. No son solo palabras dirigidas al agro, sino a toda la lógica productiva que subordina el bien común al beneficio inmediato. Francisco denuncia que la tierra está siendo obligada a producir a ritmos inhumanos, con consecuencias irreversibles.
Contra el hambre y la lógica del mercado
El mensaje del Papa a los productores reunidos en la «Aldea Coldiretti» de Roma refuerza esta visión: mientras se promueve la calidad y la innovación agroalimentaria, no se debe olvidar a quienes no tienen para comer. La advertencia es clara: el campo no puede alejarse de su responsabilidad social. Francisco propone una agricultura que no solo piense en rentabilidad, sino también en justicia, comunidad y cuidado del ambiente.
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